viernes, 8 de julio de 2016

Esperando la hora

Es solo media tarde y María* solo espera la hora de la cena.
Sentada junto al resto de comensales -que también aguardan-
en pequeños y sórdidos satélites-mesa repartidos por la sala de asistidos
de una residencia de ancianos.
-"Yo es que me quiero ir a mi casa"-prorrumpe María con voz suplicante.
-María no te puedes ir porque va venir la cena, -aplaca una auxiliar
desde el otro extremo de la sala, mientras maneja sin descanso la grúa 
que transporta al aseo a un incesante goteo de residentes en silla de ruedas.
María habla sola. En su cabello seco y recio apenas hay restos de un tinte que en su día tuvo carácter hegemónico.
A veces, solo para llamar la atención, María da voces en tono lastimero.
Y si hay suerte y consigue atraer la atención de alguna visita, entonces ella agarra con fuerza el brazo de quien se le acerca y le dice con gran pena:
-Sabe usted, es que se me ha muerto mi madre, ¡y qué voy a hacer yo ahora sin mi madre!
Yo lo que quiero es irme a mi casa...
María va siendo calmada de nuevo por la auxiliar,
que continúa anunciándole la llegada de la cena.
A María tan solo le cabe la espera de la hora cierta
de la cena, mientras llega la hora incierta
de su definitiva marcha.
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*María: Nombre imaginario


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