viernes, 27 de febrero de 2015

Despensar un rato



A veces -para despensar un rato-
me gusta detenerme a repasar mis orígenes.
Los de muy atrás.
Época aquella como esos libros 
en los que cada problema tenía solución -al final-.
Y su materia -respirable-
era a virutas de goma de "nata"
y a lápices amontonados.
Y el inconfundible sabor a tiempo libre
lo llevaba la espesa espuma de Cola Cao
coronando la leche fría en las meriendas...
Y las lecturas de libros de aventuras
-de los 5 y de los Hollister-
y los ataques de risa en familia
y las gloriosas noches de pipas frente a emblemáticos programas
en blanco y negro. 


El libro de soluciones

Es por la tarde. En un vagón de Metro que va al Centro de la ciudad
un padre de cincuenta y pocos años ataviado con traje viaja con su hija de uniforme escolar
de apenas nueve.
-Vamos a sacar las tarjetas con las preguntas (se trata de un juego de memory cards).
--Vale papá
-A ver, fíjate en esta durante un minuto.
--¡Ya!
-No, todavía no ha pasado el minuto.
--¿Ya?
-Ahora sí. Dime cuántos caramelos había en el dibujo
--Siete
-Muy bien, y ¿cuántos eran azules?
--Tres
-¿Y rosas?
--Dos
-¿Y amarillos?
--Uno
-¿Y verdes?
--También uno.
-Bien -dice el padre mientras mira con detenimiento la cajita que contiene las fichas-
Amalia y ¿dónde está el libro de soluciones? Aquí pone que viene uno.
--No sé. Lo habré dejado en casa.
-¿En qué casa porras?
--En la tuya papá.  
 

miércoles, 25 de febrero de 2015

Angustia abrochada

Vengo de sobrevolar cúpulas y edificios
huyendo de persecuciones horribles 
en una pesadilla espantosa que me trajo la madrugada.
 Y al despertar
estoy a salvo
-sí-
pero con una prenda de angustia
-demás-
a mi pecho abrochada.

jueves, 12 de febrero de 2015

Un buen trago de niñez

Nunca se ha separado de mí
aquella mítica colección
de cuentos populares
-un tanto castigada por las interminables relecturas-
que llenaban aquellas míticas tardes de mi infancia.
Ahora, como cada vez que vuelvo a tenerla entre mis manos,
abro uno de sus legendarios tomos, por cualquiera de sus
páginas bellamente ilustradas,
Y lo primero que hago -instintivamente-
es echarme de golpe un buen trago de niñez
-al olfato-;
Con los ojos bien cerrados traigo de vuelta a aquella
niña de pocos años
y cuando los abro, me gusta ver cuán cómodamente sigue transitando ella
por su mundo
de requetesabidas historias de héroes y villanos...


martes, 3 de febrero de 2015

En la casa del tiempo

En la casa del tiempo
con cada partida del mes de enero
va la de aquel primer hijo
perdido entre catorce de sus consecutivas salas.

Y es inevitable que al asomarse a esa ventana
el cuerpo inquilino se estremezca.
Y la mente albergue tantas lagunas de no-recuerdos.

En la casa del tiempo*
llora inmóvil aquella madre de su vacío.
Y yo no puedo consolarla por su gran pérdida.
Desde ese terrible y lejano lugar, ella me mira
sin embargo, con la admiración y el asombro propios,
de sentirse renovada -al fin-
en futuras estancias, en la casa del tiempo.


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*En la casa del tiempo. En clara alusión al primer poema de Dibaxu, "poemario "bilingüe que consta de 29 textos en ladino, de la poeta Franco-bosnia Clarisse Nicoîsky, vertidos al castellano por Juan Gelman. Publicado en 1994. (...) En las páginas pares van los poemas en ladino y en las impares su repetición en castellano". Recomendadísima su lectura. Información tomada de la url: http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0718-71812014000100006&script=sci_arttext