Sin fallar un día,
la contundente intermitencia de carcajadas
fabricadas por una gaviota reidora
me trae hacia la luz
del despertar en Oporto.
Abro los balcones de madera blanca y marco de piedra
y la brisa portense
me apercibe de donde me hallo;
Y lo hace sin pretensiones
ni quebrantos,
a modo de bellísimo fado
que va calando dentro.
Despacio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario