En la superficie:
Nuestro organismo nada entre
molestias y dolores
de diversa índole
-y gravedad-.
Es la forma que tiene de decir basta:
a grados de desamor enquistado, a la ansiedad recurrente,
a mares de estrés y miedo no resueltos...
En el interior:
Una mente aislada en el centro de mando lucha por seguir rumbos
impropios, que no llevan a buen puerto al corazón.
Mientras, cada uno se duele, cavila, y siente por su lado.
Así es difícil mantener a flote
semejante nave
y alcanzar costas sin sucumbir...
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