Mientras me desplazo bajo tierra
en un vagón de metro
cierro los ojos un instante.
Y, por increíble que parezca, a veces, hay un punto en que
el atronador ruido
de las ruedas quiriando de frenesí sobre los roncos raíles,
es idéntico al momento crítico del despegue
de una aeronave.
Y durante ese fugaz instante, me transporto
al asiento de aquél avión
-que sujetaba con mis manos sudorosas-
ascendiendo
vertiginosamente en dirección a Roma...
..."Tin-ton-tin" suenan las "jingles" de mi destino inmediato.
Abro los ojos, próxima parada:
la "terminal" del trabajo.
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