Cuando ya no pensaba que los tendría,
allí estaban aquellos maravillosos "clásicos" en mi fondo de "almario":
mariposas para vestir el estómago,
vaporosos tejidos en blanco para circular por la autopista del insomnio,
incluso desfasados toques de rubor
que no dejaban de acudir puntuales a su cita
con mis mejillas siempre antes de la hora...
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