No creo que sepamos manejar la dosis apropiada de autofranqueza
cuando se trata de lo que realmente importa:
decidir nuestro bienestar emocional.
Con la medida justa
vamos dando el visto bueno a relaciones,
a circunstancias y a trabajos;
en dos palabras: nos instalamos.
Resulta tan cómodo no tener que desacostumbrarse a nada
que disipamos cualquier duda con frases precocinadas:
porque no es tan malo,
porque todavía podría ser peor...
Y luego solo queda repetir
-hasta el convencimiento más absoluto-
que recorremos los atajos adecuados
para ser felices...
Yo, que vengo de transitar caminos largos, tortuosos,
-aunque ahora discurran mis pasos
por amables veredas-,
no quiero olvidar a donde conduce
la falta de honradez con un@ mism@:
a un destino INFELIZMENTE DICHOSO
o, en el mejor de los casos, DICHOSAMENTE INFELIZ
No hay comentarios:
Publicar un comentario